viernes, 11 de marzo de 2011

Hoy descubrí que nada es totalmente infinito. Que ninguna emoción o sentimiento, por más fuerte que sea, dura eternamente. Aveces solo basta con mirar otros ojos para darte cuenta, que el mundo no llega hasta donde los tuyos alcanzan a ver. Que si nunca ocurrió, puede ser reemplazable. Aunque nunca se olvidará. Porque puede regresar en cualquier momento. Puedes verlo en cualquier persona con un mínimo de similitud. Pero si no es real, te mantendrá igual. A la espera. Dependiendo de el último resto de esperanza que te va quedando. Y así aparece en cualquier lugar. Supones. Todo el tiempo.