miércoles, 27 de junio de 2012
una mala broma.
Podría contar cómo comenzó todo. Cómo con una mirada de espejo la atrapó entre sus cuatro paredes. Cómo con ese gesto le cambió la vida. Cómo vivían esas primaveras flotando sobre blancas pelusas. Cómo se dijeron te amo dos veces, y aun así, siempre siguieron unidos por un lazo tan inexistente como forzado. Ambos se amaban, ese era el problema de todo. Todo era forzado, todo era falso, todo estaba mal; porque ninguno de los dos planeó amarse de esas manera, eran solo dos personas amando simultáneamente a otra que quizás, ni siquiera conocían. Pero así funciona el mundo.
Podría contarles como vivieron toda esa época. Como ella siempre pensó el lanzar bombas de pintura, piedras, palos y quemarlo todo. Cómo a él le gustaba observar, correr y mantener la calma. Cómo ella reaccionaba ante el agua de esos monumentales monstruos de hierro que buscaban alcanzarla. Sí, esta vez sí luchaban contra gigantes; gigantes de carne y hueso disfrazados de lo abominable.
Podría retratar como escapaban, como se buscaban, como se tapaban la boca para no inspirar esa bruma casi venenosa, esa que te hacía llorar, ahogarte y paralizarte el mismo tiempo. Cómo el era la calma en la tempestad. Cómo era el farol a plena luz del día. Durante toda su vida. Mientras ella era un navío más. Un navío menor. Ese que se apostó junto a sus ciminetos para no moverse más. Por eso dejó de verla. El ángulo no le favorecía. Y ella nunca lo entendió. Se volvió ceniza y polvo de termitas a la vez. Las termitas siempre lo carcomen todo. El fuego termina por acabarla. Adiós. Seguirá existiendo la calma en la tempestad. En el aire flotará la violencia inclemente del pasado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
hueás que piensa la gente