lunes, 19 de septiembre de 2011
deftonesyfuegoencámaralenta.
Debería quemar. Quemarte a ti junto a todas las cosas. Quemar fotos, todo esto que escribo, ese cuaderno, la música, los parques, las botellas de vodka, los cigarros, mi memoria, mi tiempo, mi vida entera. Quemar todo lo que eres tú. Escuchando Deftones. En medio de Borja. Meter todo en un cubo y prenderle fuego. Fumar mientras todo se consume. Mientras tu cara se va derritiendo en cada fotografía. Y ellos suenan en mi cabeza. Mientras me graban sin saberlo. Mientras el día es color naranja y se ve como esas fotos de cámaras viejas. Mientras el sol me llega en la cara. Mientras el viento sopla mi pelo. Mientras tengo una botella de cerveza en la mano y veo como dejas de existir. Y los niños corren alrededor. Y levanto mi cabeza para ver el resto del mundo que espera. Como los demás ríen, se besan y caminan de la mano en cámara lenta. Y tú no estás ahí. Y nuestras vidas dejaron de llevarse dando vueltas en el mismo lugar. Mientras sale todo el odio junto con ese humo negro. Y a nadie parece importarle que yo esté ahí, quemando cosas. Luego me siento en el piso y miro un rato al frente. Mientras todo se mueve y mi tiempo parece ir cada vez más lento. Entonces me estiro sobre el pasto. Las llamas se están extinguiendo ya. Y miro el cielo. Encendiendo un cigarrillo tras otro. Y la cerveza no se termina. Y las nubes van en retirada. Llega la noche de a poco. Se oscurece y se encienden las luces. Me siento otra vez y ya no queda nadie en ese parque. Los niños que jugaban ya están en sus casas. Las parejas que se besaban también se han ido. Y solo quedo yo. Ya ni el humo me acompañaba. Solo ellos que seguían sonando en mi cabeza. Pateo el cubo hasta cansarme se verte caer por todos lados. De verte contaminar mi alrededor con tu presencia. Con esa cara de burla. Esa cara de que nunca seré suficiente para ti. Entonces tomo lo que queda en mi mochila, me abrigo y comienzo a caminar. Lanzo la botella de cerveza a cualquier parte y continúo caminando, guiándome por las luces de la calle. Mirando los juegos vacíos, que también debería haber quemado. Mirando las bancas, los árboles y esa simple tierra bajo mis pies. Entonces llego a la entrada y ya estaba cerrado. Me devuelvo y llego hasta esa reja. La atravieso sin problemas ahora. Caigo al otro lado. Me levanto, sacudo la tierra de mi ropa y comienzo a caminar otra vez. A cualquier parte que no sea mi casa. Y que a nadie le importe. Quizás a comprar más vicio. A seguir bebiendo y fumando. Para volver a pasar la reja. Quedarme sentada al final sin importarme el frío. Me quedo ahí, y con el viento me invades de nuevo.
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